Hoy estoy molesta, mujer. Contigo compañera que no me permite cuestionar, que me tacha de lo peor cuando utilizo mi pensamiento crítico para analizar ideas que no me parecen lógicas, cuando estoy abierta a dialogar y escuchar tus respuestas también críticas. Estoy molesta contigo que me callas, igual a como me ha callado el patriarcado por años, molesta porque ahora que por fin tengo el valor de preguntar y apuntar a lo que mi cerebro aún no comprende, me limitas y me envías al grupo de aquellas que no nos quieren ver crecer, ni avanzar. De aquellas que están tan acomodadas o alienadas con el patriarcado. Y bien sabes que yo, yo no pertenezco a ese grupo.
Contigo también estoy molesta, mujer privilegiada, mujer conservadora. Tomas mis discursos y los adaptas a tu conveniencia, no, a la conveniencia del patriarcado, para que siga ganando batallas contra nuestros derechos. Contigo mujer que ves y no quieres ver, que robándome mis ideas me dejas mal delante de mis compañeras, me haces parte de ese grupo al que no pertenezco, parte de tu grupo. Y yo no lo soy.
Estoy frustrada, enojada una vez más, contigo mujer blanca que te dices mi compañera de lucha. Contigo europea, gringa... privilegiada, que te atreves a cuestionarme desde tu realidad de pedestal. Que te la das de mujer empática de las luchas, que te preocupa el ecosistema y luchas por el bienestar de tus hijas, sí, de tus hijas, pero no de las mías. De ti compañera que me has hecho creer que me comprendes, para en cualquier momento que atente contra tus privilegios te das la vuelta y protejes sólo a los tuyos. Porque crees que tus hombres no violan, no agredem y no son machistas, porque crees que no sólo se merecen sino también deberían ser parte de mi lucha, la mía. La de mujeres racializadas, mujeres migrantes, mujeres obreras, mujeres indígenas... mujeres cuyas antepasadas fueron ultrajadas, violadas y usadas como animales por tus antepasados, por los antepasados de aquellos hombres a los que tú, por tu propio interés y el de tus hijas, defiendes sobre el mío y el de las mías.
Estoy cansada de ti, que me ves con lástima, preguntándote qué me habrá pasado en la vida, qué me habrán hecho mis hombres, esos hombres que desconoces, para estar tan dolida, tan enojada. Y no entiendes que lo único que me hicieron es lo mismo que hacen los tuyos, la diferencia radica en que tú no lo quieres ver. Sé que es doloroso confrontarte con tu heteronormatividad, aceptar que tu pareja por muy perfecto y deconstruuido que te parezca, por muchos 33 años que te tardaste en elegirlo para procrear con él, por mucho que lo ames y admires, y por muy buen padre y amante que sea, sigue siendo un hombre. Y sigue siendo el opresor de otra mujer, al menos. Que duermes con el enemigo, que amas al opresor y que lo has escogido tú. Lo sé, he estado ahí. Pesa, duele, arde el alma enfrentarnos a esa verdad, pero no por ello obligamos a la otra a aceptarlo. No por ello lo obviamos y defendemos para no perder la cara. Porque el día en que comprendas que hoy yo ya no te juzgo, que hoy yo no soy tu enemiga y que conmigo no necesitas cuidarte del que dirán, que conmigo sí puedes ser libre y podemos juntas conocernos, abrazarnos y llorar, ese día serás tú también más libre de amar(le).
Y a ustedes, mujeres, hermanas, compañeras. A ustedes que luchan día a día, que existen y resisten, que me han enseñado tanto, algunas sin siquiera conocerme. A ustedes mujeres, a ustedes las amo y las admiro, las cuido y las protejo. Por ustedes y sus hijas, y sus madres y hermanas y amigas y parejas, y también por las que me han hecho enojar, por ustedes sigo hoy de pie, luchando y gritando, por ustedes he dejado de callar. Por ustedes, y por mí, con ustedes y conmigo, sigo día a día cuestionando al varón que se atreve a mansplenainearme, sigo diciéndole a la blanca mi pensar, siendo la amiga, la colega incómoda que trae a la mesa esos temas que todos pretenden obviar. Soy esa única mujer en el cuarto, que aunque se siente sola, sabe que no lo está. Y que así como ella busca y anhela representación para ver que hay luz al final del patriarcado, así otras delante de mí, y otras atrás de mí lo necesitan. Por ustedes niñas, chicas, jóvenes, por todas nosotras hoy sigo aquí, sin ganas de ser civilizada nunca más.
Las amo. Gracias.
PD. No sentir rabia también es un privilegio - frase tomada de la 8M México, pintado en rojo cerca de Bellas Artes, CDMX.