Gracias por regalarme la Luna antes de que alguien más prometiera bajarla para mí, porque cuando una recibe un regalo así es maravilloso; pero cuando lo recibes en la infancia, define tu vida.
La inocencia de mis años me convenció de mi derecho de propiedad. Después de mi regalo, básicamente he ido por el mundo presentándome o terminando cualquier conversación con "y la Luna es mía".
Bueno, tal vez no siempre lo hago en voz alta, pero es por consideración a esas pobres personas que no poseen algo tan maravilloso como la Luna, sin embargo, en todo momento mi voz interna lo repite. Tal vez esta sea una de las razones por las que tengo cierto sentido de superioridad en relación al resto.
¿Qué culpa tengo yo de haber recibido la Luna como regalo? Estarán de acuerdo conmigo que esto te cambia la percepción que tienes de ti. No puedes ir por la vida no sintiéndote secretamente superior a las demás personas sabiendo que la Luna es tuya.
Y qué importa si conoces a alguien cuyo nombre literalmente es Luna, evidentemente el que te la hayan regalado está por encima de cualquier coincidencia de nombres. Evidentemente un regalo de un abuelo a su nieta vale más que cualquier otra razón o explicación.
Gracias, Bo, por mi Luna, porque solo es el más maravilloso de todos los regalos que me hiciste. Por todas las travesuras que hicimos juntos, por todas esas pláticas en donde no cabe el recuerdo de ningún trato condescendiente, por todas esas caminatas en donde hasta un zapato de caballo encontramos. Gracias por los recuerdos, gracias por tu amor.
Te sientes angustiada… Tienes una sensación de vacío, como una especie de hueco. No eres necesaria, no eres útil. Ser feliz y disfrutar no es suficiente para ti. Tu mente no valida los descansos, mucho menos cuando se prolongan más de dos días. No hay justificación suficiente para la felicidad, para el ocio. Tienes la sensación de estar infringiendo una regla, de no estar cumpliendo con las expectativas.
Tienes una constante necesidad de ser requerida, de estar ocupada resolviendo problemas de trabajo, de estar involucrada en actividades que, si lo piensas bien, no importan realmente. Nadie muere, nadie es realmente más feliz, solo eres parte de un sistema que lo único que hace es fomentar esa angustia que sientes, esa sensación de vacío por no serle útil.
Qué tristeza das. Definitivamente no puedes justificar esa sensación por una cuestión de inconciencia, al contrario, eres muy consciente del problema, eres capaz de reconocer que eso no es sano, que no tiene sentido. Deberías ser capaz de cambiar tu perspectiva de la vida, de enfocar tu ser, tu mente, tus ideas, tu vida completa hacia otro fin.
No, la vida no tiene sentido para ti, porque el que tiene es un absurdo. Eres parte de un sistema que esclaviza y como parte de él te esclavizas a ti misma. Admiras a aquellos que se rebelan, pero al mismo tiempo los juzgas por no esclavizarse igual que tu, por no someterse. En muchas ocasiones te descubres sintiéndote superior a esos rebeldes, aunque después te das cuenta que eres una tonta. Te das lástima.
¿Cómo cambiar?, ¿realmente estás dispuesta a cambiar?, ¿por dónde empezar? No sabes nada de esto, no eres capaz de vivir sin someterte, sin seguir reglas y las reglas que encontraste más al alcance son tiranas porque te tienen en una constante insatisfacción, en una constante culpa; sí, te hacen sentir culpable por disfrutar días de descanso.
Eres capaz de imaginar una forma distinta de vivir, inclusive todavía crees ser capaz de soñar, de tener ilusiones de una vida distinta, lo que te falta es valor, es voluntad, te falta vencer el miedo a cambiar, pero cómo no tener miedo, cómo vencer la incertidumbre de la vida, cómo sanar las experiencias de precariedad material, pero, sobre todo, de precariedad emocional. Cómo se hace para ser valiente, para desarrollar mayor seguridad. No lo sabes, no lo has descubierto.
Deseo que dejes de ser víctima de tu propia tiranía y en su lugar, convertirte en libertadora de tu vida.
Para iniciar un día, una amistad, un amor. Para terminar una charla, una fase o una relación. Nunca tengo palabras adecuadas para expresar mi verdadero yo, para comunicar con fuerza y claramente mi dolor, mi angustia, mi tristeza, mi pesar, mi frustración. Mucho menos las conozco para hablar de amor, esperanza o ilusión.
Es lindo leer las palabras claras que describen una noche que sería para mí una noche perfecta de amor, cuando detalle a detalle me llevan a imaginar cada momento y disfruto como si fuera yo la protagonista de la escena romántica, de los momentos de amor.
Es liberador cuando en lugar de amor, lo que se describe es el coraje, la frustración, la impotencia constante de vivir en un mundo que te esclaviza por cualquier razón. Leer la voz de otras que encontraron la configuración exacta de palabras para decir "basta", "estoy harta", "ya no".
Vivo la angustia en todo su esplendor cuando a través de las palabras alguien más me transmiten la agonía de la vida, la decadencia de un mundo que día a día es consumido por los actos desconsiderados y constantes de una de las plagas más grandes que conocemos.
Prefiero evitar leer sobre la esperanza o la superación. Acepto que siento envidia de las personas que andan por el mundo sintiendo esperanza, así que prefiero no leer a los que además, tienen las palabras para expresarla. Qué tal si llegaran a contagiármela; no, no y no, eso sí que no. Antes lectora de rabias y dolores que de esperanzas e ilusiones.
No tengo palabras, pero agradezco mucho que inclusive cuando ni siquiera sé que las necesito, ellas me encuentran en los libros. Literalmente nuestra relación nace con la vista, pero invade inmediatamente mi mente, mi alma, mis pensamientos. Yo no tengo mis propias palabras, pero siempre están las palabras de otras que se atrevieron a compartir las suyas.
Hace dos días más o menos leí algo así como que de las cosas más crueles que hacemos como personas es no saber qué hacer con el dolor ajeno, no esperé mucho para comprobarlo, para ser yo quien era cruel. Los momentos más incómodos que he vivido han sido cuando escucho o presencio el dolor ajeno, me siento inútil, impotente, pero finalmente, soy cruel.
Tengo una espina en mi dedo... bueno, si lo pienso y lo siento bien, tal vez sean dos, ¿o tres? No estoy sengura, pero sí siento el dolor claro y específico de una pequeña espina. ¿Cómo es que algo que en dimensión podría parecer tan insignificante puede causar un dolor tan específico? Las personas que no han sentido ese dolor creo que son muy desafortunadas... Sí, finalmente es un dolor, pero es una experiencia de vida, es algo casi, casi como si fuera cultura general sensitiva. Seguramente sí habrá personas que no hayan experimentado esa sensación de una espina justo en la punta de un dedo y la verdad siento pena por ellas. Sí, me dan pena porque aunque no es que vaya por la vida queriendo espinarme, sí he aprendido a disfrutar de las ocasiones en las que me encuentro con una de ellas y nos toca convivir de una manera tan... ¿será correcto decir "tan íntima?, creo que sí, una convivencia íntima.
Si lo pienso bien, una espina es algo como una nada aferrada a ser algo, un montoncito de átomos apretados y alineados de manera tal que son capaces de incrustarse en casi cualquier superficie blanda y provocar una sensación muy peculiar. Sí, sí es dolor, pero es una especie de dolor que se esconde, que no es constante sino que solo se siente de repente en momentos justos, como si jugara y fuera avisando cautelosamente de su presencia. Inclusive al principio no te das cuenta de que está ahí, así de grande es la esencia de una espina, así de grande es el ego de algo tan pequeño que exige nuestra atención para identificarla, para descubrirla.
Y como si no bastara el grado de intimidad que de por sí ya representa tener una espina en el dedo, resulta que ahora me he topado con ellas en mis sueños, porque aunque no lo crea ni yo misma estoy soñando. Estoy soñando con una espina... o dos, o inclusive tal vez sean tres, no lo sé... el punto es que tengo esta sensación tan específica en un momento muy peculiar, creo que no fue suficiente estar literalmente dentro de mí físicamente, sino que ahora invadió también mi subconsciente al conquistar este sueño.
¿Será que significa algo este sueño?, ¿será que tengo que pensar regresar con un profesional?, ¿profesional de la mente o profesional en espinas?, ¿existen profesionales en espinas?, tal vez sea yo una profesional en espinas o al menos estoy más cercana de serlo que las personas promedio porque ¿quién piensa en estas cosas?, no, espérame, no solo es "¿quién piensa en estas cosas?, es ¿quién piensa, escribe y hasta sueña con algo tan pequeño? No cabe duda que no me gusta ser común, ¿qué es eso de soñar en grande, de tener grandes sueños?, no, contreras como siempre, solo a mi mente se le ocurre soñar con una espina, o dos, ¿o tres?, en fin, no lo sé.
Sentir que tengo que lograr más,
sonreír cuando realmente quiero gritar,
sentir que tengo que esforzarme más que los demás,
despertar a esta insignificante realidad,
sentir que es mi responsabilidad agradar,
trabajar sin lograr algo de verdad,
ignorar el verdadero propósito de esta vida desigual.
Querido Baño,
Debo confesarte que eres un lugar hacia el que tengo sentimientos encontrados. Sí, me desagradas. ¿Cómo no lo harías? si eres el espacio a donde vamos a deshacernos de aquellos aspectos físicos que nos hacen más conscientes de nuestra corporeidad. Eres ese lugar en donde nos escondemos para vaciarnos, para librarnos de nuestros deshechos.
Suciedad es una palabra muy útil para describir la mayoría de tus huéspedes finales; esos de los que no hablamos con los demás en una reunión social; esos que solo en la intimidad de tu espacio nos atrevemos a sacar, a vaciar, porque solo en la seguridad de tus paredes hacerlo no se ve mal, sino más bien se considera algo esencial.
Pero también eres para mí el espacio en el que mejor vivo mi libertad. Un lugar donde me puedo observar auténtica, sin apariencias. Un lugar donde he sido muy feliz al menos una vez al día cuando le permito a mis entrañas concluir sus funciones principales. Ese lugar donde el agua me envuelve y con ella me siento limpia físicamente, pero muchas veces siento también que esa limpieza física alcanza mi alma y limpia mis tristezas, mi cansancio, mis dolores, las inseguridades y preocupaciones de mi día. No importan si la sensación termina al dejarte, mientras me permites ese alivio es cuando siento uno de los más grandes agradecimientos. Es en esos momentos en donde te reafirmo como mi preferido.
¡Odio limpiarte! Lo reconozco. Pero odio más tener que compartirte; pensar que la libertad que encierras no la reservas solo para mí. ¡Te quiero mío! Ser yo la única que disfrute la tranquilidad que ofreces, el alivio, la libertad, la soledad.
Mi amor odio hacia ti permanecerá, pero también te prometo que mi predilección hacia ti continuará.
Qué cansado es vivir con miedo
qué cansado es vivir sin más
Sin rumbo, sin razón o causa
que justifique este andar.
Y que la única constante en mi vida,
sea el miedo a continuar.
Miedo a intentar y fracasar;
miedo a no intentar y no avanzar.
Miedo a salir y no regresar;
miedo a no salir y ver la vida pasar.
Al menos ya no le temo a la oscuridad,
ahora me aterra la realidad.
El miedo a lo desconocido permanece,
y el miedo a lo conocido, cada día crece.
Le sigo temiendo a la muerte,
pero a la vida, le temo mucho más.
Estoy cansada de vivir con miedo,
estoy cansada de pensar.
Quiero dormir para siempre,
pero también me da miedo no despertar
y perder la oportunidad por siempre,
de vencer el miedo y descansar.
Atiende mi amor con tu piel dispuesta,
escucha mis caricias que claman por ti.
Enfermemos a la cama de nuestros cuerpos
y hagamos llorar al cielo al concluir.
Mi gusto por la lectura empezó, como en muchas personas, desde que yo era niña. Recuerdo la experiencia de haber leído mi primer libro yo sola, y no me refiero al contenido del libro, sino al reto que significó para mí y a todas las horas que le dediqué después de la escuela. Mi mamá me dio la libertad de elegir el libro que yo quisiera de todos los que había en la casa y yo, ingenua e inexperta, elegí un libro que lleva por título Libertadores de América, un libro impreso en páginas de tamaño media carta con portada amarilla y el dibujo de Iturbide en pose de “libertador de América”, lo que sea que eso signifique. No recuerdo que mi mamá me haya cuestionado sobre mi elección, respetó mi decisión y etiquetó el libro con mi nombre completo. Esa etiqueta con mi nombre me dio la sensación de que ese libro me pertenecía y terminar de leerlo representaba una conquista total (sí, era muy ingenua) y así comenzó todo.
Muchos años, lecturas y experiencias después mi gusto ha perdurado, pero al parecer mi ingenuidad también. Seguía eligiendo mis lecturas guiada por los libros que había en mi casa, por los libros que me asignaban en la escuela, aquellos recomendados por maestras y maestros, pero nunca reflexionando de manera profunda la importancia y sentido de mis elecciones. Fue hasta hace un par de años que otra lectora hizo lo que mi mamá no hizo cuando elegí mi primer libro (ni el resto), me llevó a cuestionarme sobre lo que leía y me compartió una perspectiva distinta de elegir mis lecturas: elegir leer más mujeres. Creo que el 2021 fue el primer año que, del total de mis lecturas, la gran mayoría fueron libros escritos por mujeres y de lo único de lo que me arrepiento es de no haberme dado cuenta antes de la importancia de esta consideración al momento de elegir qué leer.
Nuevamente, influenciada por la misma lectora que me llevó a este gran cambio (sí, resultó ser una muy buena y gran influencia en mi vida), el año 2021 nos propusimos escribir una pequeña reseña o reflexión de todos los libros que cada una íbamos leyendo; un ejercicio que resultó muy productivo y que evolucionó en un deseo de seguir escribiendo sobre libros, inquietudes, preocupaciones y sueños. En el camino nos encontramos con mujeres con las mismas inquietudes, deseos y formas de leer el mundo y los libros y decidimos empezar resumiendo nuestro 2021 en lecturas.
5. El libro vacío de Josefina Vicens (5/5), el mejor libro que leí en el año, tanto que no pude escribir nada al respecto, la reflexión es tan profunda y completa que me dejó así como el título, vacía. Al terminar este libro mi primer pensamiento/sentimiento fue que lo tenía que volver a leer. Trata de un hombre que quiere escribir una novela que nunca escribe y de todas las reflexiones existenciales en el transcurso de su “no escritura”. Número 1 en mi lista de mejores libros del 2021.
6. La trenza de Laetitia Colmbani (4/5), me gustó porque relaciona las historias de tres mujeres muy distintas, pero con problemas muy similares. Aborda muchos aspectos: discriminación de género, violencia, desigualdad de oportunidades, las exigencias sociales a la maternidad, desigualdad social, religión, etc.
7. La perra de Pilar Quintana (3/5), creo que este libro me gustó mucho más de lo que representa mi calificación. Fue el primero del año que aborda de manera central el tema de la maternidad en una de sus facetas, la de la imposibilidad biológica de una mujer de embarazarse.
8. Baby Boom en el Paraíso / Hombres en escabeche de Ana Istarú (5/5) un libro con dos obras de teatro que me hicieron reír mucho y reflexionar aún más. Nuevamente, el tema de la maternidad aparece como un tema importante en Baby Boom en el Paraíso.
9. El reino del revés de Marie Lu (4/5), hasta que leí este libro había estado negada a leer fantasía, pero me di cuenta que hay libros como estos en donde el mensaje es tan profundo e importante que la fantasía solo es un medio perfecto para hacerlo resonar.
10. Alta costura de Beatriz Espejo (2/5), un libro de cuentos que describe las vivencias de mujeres en los años 50 en la Ciudad de México. Solo recomendaría tres cuentos que me gustaron mucho: El bistec, Solo era una broma y Una mujer altruista.
11. Ansible, perfiladores y otras máquinas de ingenio de Andrea Chapela (3/5), otro libro de cuentos, pero estos ubicados en el género de la ciencia ficción para abordar las relaciones humanas y criticar las formas de vida actuales.
12. El velo de Helena de María García Esperón (4/5), este es un claro ejemplo de la necesidad de leer libros escritos por mujeres. La historia de Helena de Esparta/Troya/Esparta es muy conocida, pero siempre desde la mirada masculina. En este libro, aunque ficción, la historia está narrada en primera persona desde la mirada de Helena.
13. ¡Casi medio año! de Mónica Beltrán Brozon (3/4), una lectura infantil recomendada para todas las edades, divertida y profunda.
14. Mi novia preferida fue un bulldog francés de Legna Rodríguez Iglesias (3/5), elegí este libro por el título y porque la autora es de nacionalidad cubana. Es un libro de historias que me permitieron conocer aspectos de Cuba que, aunque imaginables, los sentí muy reales, pero no hubo ningún cuento que me gustara mucho particularmente.
15. El consentimiento de Vanessa Springora (5/5), un tema muy fuerte que se intensifica porque la historia es autobiográfica; es como leer la versión de Lolita escrita por Lolita a los cuarenta y tantos años como una forma de sanar el dolor que le causó su experiencia con Humbert, sin embargo, lo más desgarrador es que Vanessa es una persona real y que lo que vivió fue mucho peor y más doloroso que la ficción.
16. Su cuerpo y otras fiestas de Carmen Maria Machado (4/5), es un libro que incluye ocho historias largas sobre el cuerpo y la mente de las mujeres. El estilo de la escritora me pareció muy particular e ingenioso. Mis preferidos: El punto de más, La residente, Ocho bocados y Problemática en las fiestas.
17. Páradais de Fernanda Melchor (5/5), una escritura fuerte, impactante y concisa para tratar temas de violencia desde la violencia. Disfruto mucho las historias que no son “bonitas” y esta no es nada de eso.
18. Temporada de fantasmas de Ana María Shua (3/5), es un libro de microrrelatos muy ingeniosos y creativos; aunque solo me gustaron algunos pocos es una lectura agradable.
19. La mucada de Omicunlé de Rita Indiana (5/5), una de las historias más originales que he leído, además de concisa y variada en los temas que trata. Lo ubico en el género de ciencia ficción en donde el tema es el cuidado ambiental, pero en donde se vinculan temas de arte, política, género, santería y viajes en el tiempo.
20. Insólitas antología de varias autoras coordinada por Teresa López-Pellisa (5/5), lo único mejor que un libro de historias es una antología de historias escritas solo por mujeres. Esta es de mis antologías favoritas, tanto que fue el único libro que leí dos veces en el mismo año. Las historias incluyen una diversidad de temas, todos contados desde lo fantástico, desde lo insólito. Es difícil elegir una historia preferida porque todas son muy buenas, pero la introducción es una de las mejores partes del libro. Número 2 en mi lista de mejores libros del 2021.
21. El murmullo de las abejas de Sofía Segovia (2/5), se ha convertido en un libro referente para mí. Cuando conozco a una persona nueva que le gusta la lectura, mi punto de partida para saber si hay posibilidad de entablar una relación de amistad literaria con esa persona es preguntarle si ya leyó este libro, si le gustó o no y por qué. Si les gustó, sigo teniendo mis reservas para con esa persona.
22. Carta a un religioso de Simone Weil (4/5), un libro de religión en donde la autora demuestra una capacidad excepcional de análisis y argumentación para cuestionar de manera directa a un religioso sobre este tema. Una carta que nunca le respondieron, ¿por qué habrá sido?
23. Como agua para chocolate de Laura Esquivel (5/5), por fin leí este libro y cumplió todas mis expectativas. No creo que haya mucho qué decir al respecto más que recomendarlo.
24. Momoko y la gata de Mariko Koike (3/5), pensé que sería un libro infantil, pero reconozco que fue mi error totalmente porque no investigué antes de leerlo y resultó que, aunque la historia es interesante y en ella se involucran una niña y un gato, no creo que sea apta para infantes. El final es toda una sorpresa.
25. Sentido y sensibilidad de Jane Austen (5/5), empecé la obra de Austen por la lectura de este libro y quedé complacida porque no esperaba menos. Te transporta a la época, te despierta la curiosidad e intriga justas para no querer dejarlo hasta terminarlo y ofrece una variedad muy agradable de críticas a la sociedad de su época.
26. Feminismos para principiantes de Nuria Varela (5/5), intenté leer este libro hace años, pero siento que me hacían falta experiencias, una perspectiva distinta que me permitiera tener una mayor disposición por aprender sobre el tema y, muy importante, el acompañamiento de mujeres igual que yo interesadas por aprender más al respecto. Recomendado y necesario para todas y todos.
27. Los hombres me explican cosas de Rebecca Solnit (4/5), ya en el mismo tenor, me seguí con un tema de ensayos relacionados con el feminismo y el mansplaining. La anécdota de cómo surge este libro me encantó.
28. Otras maneras de usar la boca de Rupi Kaur (5/5), poesía era otro género que nunca me gustó, pero la prosa poética y los versos de esta autora son hermosos, tan ciertos y tan profundos, que me hicieron seriamente reconsiderar mi gusto por la poesía.
29. Cuatro norte de Eleonora Aldea (4/5), no es un libro para no olvidar, pero la historia es buena. Lo que más me gustó es que se basa en un grupo de amigas jóvenes, la forma en la que describe la amistad entre ellas es muy profunda y hermosa.
30. Sacrificios humanos de María Fernanda Ampuero (5/5), un año anterior leí Pelea de gallos y se convirtió en uno de mis libros favoritos y gracias al cual empecé mi amistad con esa amiga tan influyente en mí. Ansiaba poder leer este libro motivada por las sensaciones que me provocaron las historias del libro anterior y mis expectativas fueron superadas. La forma de escribir de Ampuero es brutalmente genial e incómodamente humana.
31. Nadie nos vio partir de Tamara Trottner (4/5), es el testimonio de la autora sobre la violencia vicaria que sufrió su madre cuando su padre la secuestró a ella y a su hermano por años. Una historia muy conmovedora y que me generó mucha rabia e impotencia.
32. Emma de Jane Austen (5/5), tenía la intención de seguir leyendo los libros de Austen y dejar para el final el que, según su popularidad, es el que yo consideré que era el mejor (Orgullo y prejuicio), pero ¡oh, sorpresa!, creo que, aunque este es el segundo libro que leí de Austen es y seguirá siendo mi preferido porque la protagonista es tan peculiar y real que no importa si me desesperaba, la admiro en relación a la época en la que se ubican las historias de Austen.
33. La bailarina de Auschwitz de Edith Eger (5/5), hay muchas ventajas de pertenecer a un club de lectura y una de ellas es la de permitirme leer libros que yo no habría elegido y llevarme una gran sorpresa; este es el caso de este libro que pareciera que son dos en uno. La primera mitad trata de la experiencia de la autora en los campos de concentración durante la II Guerra Mundial y la segunda parte trata de su vida después de la guerra, su llegada a América y las grandes y motivadoras transformaciones que ha hecho.
34. Bajo un árbol de tejocotes de Mayte Zozaya (5/5), otro de mis prejuicios lectores era el de no leer autores o autoras nuevos y este libro me hizo darme cuenta de mi gran error. Es de los libros más hermosos y emotivos que he leído. Son cuatro historias de mujeres en la vida de la protagonista. Lloré tanto porque una de sus historias me hizo recordar muchas cosas sobre la mujer más importante de mi vida. En otra de las historias describe perfectamente una de mis más grandes ilusiones.
35. El verano que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Ţîbuleac (5/5), nuevamente el tema de la maternidad es central en esta historia emotiva y hermosa en donde el perdón, la muerte y el amor/odio filial entre una madre y su hijo son los temas principales.
36. La pianista de Elfriede Jelinek (5/5), la narrativa plagada de locura y divagaciones constantes hizo muy difícil la lectura de esta historia de amor/odio entre la protagonista y su madre, sin embargo, era justo el tipo de narrativa necesaria para contar esta historia. Incluye una de las escenas más perturbadoras que he leído entre una madre y una hija.
37. Nueve cuentos malvados de Margaret Atwood (5/5), es una de mis autoras favoritas porque me lleva a cuestionarme muchas cosas a través de sus historias que nunca me dejan indiferente por la incomodidad que me generan. Los cuentos de este libro no son la excepción. La vejez es el tema transversal de todos los cuentos y con el último logró despertar mi angustia y desesperanza por mi probable futura vejez. Mis preferidos: A la hoguera los carcamales y Colchón de piedra.
38. Insomnes de Magdalena López (3/5), el tema central es el insomnio y las alucinaciones que la acompañan y aunque disfruté cierta oscuridad en las historias no fue un libro que me gustara mucho.
39. El dios de las pequeñas cosas de Arundhati Roy (5/5), una narrativa tan hermosa que parece poesía suave y ligera pero que sirve para contar una historia fuerte, violenta, pero también a ratos divertida. Estha y Rahel son los dos hermanos gemelos protagonistas de esta historia a través de la cual conocemos a su familia, su país y sus circunstancias, pero lo más importante, donde conocemos sus soledades, tristezas y alegrías.
40. Vindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft (4/5), una lectura muy importante para comprender muchas de las situaciones históricas en las que se basa la lucha feminista. La argumentación de la autora es increíble y la repetición de los temas con argumentos distintos solo es un reflejo de lo difícil que ha sido para las mujeres ser escuchadas y respetadas en todo, inclusive en su derecho a la educación.
41. El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers (5/5), esta lectura fue para mí la prueba de que “el amor a primera lectura” existe porque, aunque al inicio me pareció una lectura lenta, conforme avanzaba me di cuenta que la autora fue una “genia” (sí, con a) que supo reunir en una historia personajes tan variados pero que reflejan muchos sentimientos tan profundos como la desesperanza, soledad, necesidad de pertenencia espiritual y muchos más. ¡Y solo tenía 23 años cuando lo escribió! Definitivamente es un libro que necesito y quiero volver a leer.
42. El quinto hijo de Doris Lessing (4/5), pues para este punto el tema de la maternidad fue uno muy recurrente en mis lecturas del año y esta autora me permitió considerar aspectos poco tratados al respecto. Es de esos libros que entran en la categoría de “maternidades oscuras” definida por una compañera lectora. Lo recomiendo mucho y aunque el primer 15 % del libro me pareció muy fastidioso, es necesario para comprender y apreciar la historia en su totalidad.
43. Nada de Carmen Laforet (5/5), una novela de corte existencialista ubicada en la posguerra española en donde la protagonista (Andrea) se ve inmersa en una dinámica familiar extremadamente tóxica, por decir lo menos. Personajes muy variados y con muchos matices.
44. El mundo y otros textos de Carson McCullers (5/5), pues como ya estaba enamorada de la autora nada tenía que perder, al contrario, así que me decidí por este libro en donde aparecen las notas que utilizó para escribir El corazón es un cazador solitario y la explicación de ese nombre; además, incluye una serie de ensayos que aparecieron en distintas publicaciones a lo largo de su vida. Además de más enamorada (si es que eso se puede), terminé este libro decidida a leer la obra completa de Carson. Número 4 en mi lista de mejores libros del 2021.
45. Zorro de Dubravka Ugrešić (5/5), ¿cómo es posible que autoras de este calibre no sean leídas en las universidades? Este libro es tan genial que fue otro de los cuales no pude escribir reseña ni reflexión al respecto porque no hay forma de explicar su contenido, es necesario leerlo y comprobar la genialidad en sus páginas por una misma. Número 6 en mi lista de mejores libros del 2021.
46. Un cuarto propio de Virginia Woolf (5/5), una lectura imprescindible para toda mujer y en mi caso, creo que llegó en el momento más que adecuado. Lo malo fue que leí la traducción de un hombre en lugar de la de una mujer, así que ahora tengo pendiente la lectura de Una habitación propia, cuya traducción la realizó una mujer. Número 5 en mi lista de mejores libros del 2021.
47. Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) de Alma Delia Murillo (4/5), fue una gran sorpresa leer este libro de cuentos y terminar muy complacida. El sarcasmo e ironía de la autora para presentar la oscuridad en las personas es muy buena porque además hay una fuerte crítica a la sociedad y a muchos de los problemas de los que pocos quieren o se atreven a hablar, y que en su lugar preferimos normalizar y adaptarnos. Mis favoritos: La rebelión de los de en medio, El agua encuentra su cauce y La mesa de siempre.
48. El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza (5/5), esta debería de ser lectura obligada en las secundarias y preparatorias como una forma de educar en las relaciones afectivas y evitar la violencia de género.
49. Los eufemismos de Ana Negri (4/5), con este libro incursioné en el mundo de los audiolibros y creo que fue la mejor elección. Es una historia corta sin muchos personajes y narrada siempre desde la perspectiva de la protagonista cuya nacionalidad (mexicana por nacimiento y argentina por ascendencia) le permitió vincular en la narración el lenguaje y acento argentino con el mexicano, todo para contar cómo las secuelas del exilio que vivieron sus padres se van haciendo cada vez más evidentes en el comportamiento de su madre conforme envejece.
50. El monstruo pentápodo de Liliana Blum (5/5), un tema fuerte narrado con la misma intensidad y de manera tan explícita que no deja nada a la imaginación. Me complace leer historias que muestran la depravación humana en todas sus facetas porque me permite reflexionar sobre mi persona y mi rol en la sociedad, sobre cómo actuaría yo si estuviera en una situación así, y sobre la importancia de cuestionar y analizar el mundo en el que vivimos.
51. El instinto de Asley Audrain (5/5), otro libro en la lista de “maternidades oscuras” en donde la historia presenta cómo viven la maternidad las mujeres de distintas generaciones en una misma familia. Reflexiones muy profundas respecto a las maternidades y la diversidad de formas en las que se relacionan las mujeres entre sí. Número 9 en mi lista de mejores libros del 2021.
52. Linea nigra de Jazmina Barrera (4/5), un libro en el que la autora escribe su experiencia y pensamientos durante su embarazo. Me pareció un libro mucho más real respecto a la maternidad y alejado de esa maternidad romantizada que predomina en la sociedad.
53. La hija única de Guadalupe Nette (4/5), otro libro más relacionado con la maternidad, sin embargo, presenta situaciones distintas al respecto; porque así son las maternidades, tan variadas y diversas que cada mujer las vive (o no) a su manera.
54. Del color de la leche de Nell Leyshon (4/5), empieza como una historia bella que describe (y logra transportarte) la vida en una granja en el campo, sin embargo, no podía evitar esa sensación de que algo no iba a salir bien y resulta que fue peor de lo que imaginaba. Mary, la protagonista, se quedó en mi mente para siempre como un símbolo de lo que una mujer nunca debería de vivir o, mejor dicho, de padecer.
55. El trabajo de los ojos de Mercedes Halfon (4/5), tengo una seria preocupación relacionada a la pérdida de la vista que nace de haber presenciado cómo mi mamá la fue perdiendo paulatinamente a raíz de un tumor cerebral, por lo que este ensayo me pareció muy completo y claro respecto a todo lo que tiene que ver con los ojos y su importancia. Reafirmó al mismo tiempo mis miedos y el valor que le doy a la vista.
56. El quince de Rachel de Queiroz (4/5), este libro es un ejemplo de la posibilidad que brindan los libros de conocer realidades tan distintas a las nuestras y aspectos que compartimos a pesar de las diferencias. Con tan solo 19 años, la autora escribió esta novela corta que relata una de las sequías más difíciles en Brasil, la sequía de 1915. Narrativa ligera y sencilla cargada de muchas reflexiones que van desde las diferencias de clases hasta la maternidad y el matrimonio.
57. Catedrales de Claudia Piñeiro (5/5), una autora que se suma a los grandes descubrimientos de este año pues en este thriller logró mantenerme cautivada desde el inicio. A pesar de que el libro es muy predecible a partir de la mitad, es esa misma característica lo que hace que la indignación e impotencia mientras se lee la segunda mitad sea todavía mayor. Una estructura muy acertada, pues es una historia narrada a seis voces que corresponden a los involucrados en la vida de Ana, la protagonista en torno a la cual gira esta historia. Otro libro necesario en las lecturas de adolescentes y jóvenes acompañadas de adultas. El mensaje final es genial. Número 10 en mi lista de mejores libros del 2021.
58. La amiga estupenda, Un mal nombre y Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante (5/5), las tres primeras partes de la serie Dos amigas las leí gracias a la influencia de mi propia amiga estupenda y en compañía de dos amigas. Los tres libros tratan temas tan importantes desde la mirada de las mujeres que es imposible no sentirse identificada con las dos protagonistas (en ratos con una y en ratos con la otra). Los tres libros los califiqué con la misma puntuación y tengo pendiente la lectura del libro final.
59. Lumpérica de Diamela Eltit (4/5), este libro es una obra de arte abstracta, es una especie de performance literario que me costó mucho leer. No tengo duda de la calidad en la escritura de la autora, pero no soy una lectora tan experimentada como para saber apreciar en todo su esplendor un libro como este.
60. Lágrimas en la lluvia, El peso del corazón y Los tiempos del odio de Rosa Montero (4,4 y 5/5), yo solo quería leer a esta autora y no quería empezar por uno de sus libros más populares, así que al elegir un libro empecé por El peso del corazón sin darme cuenta que era el segundo libro de una serie de tres libros. Fue hasta que iba a mitad del libro que me percaté de mi error en el orden de lectura, pausé la lectura y me fui a leer el primero y continué con el orden correcto. Esta experiencia me permitió darme cuenta que, aunque es una serie, los libros tienen historias autoconclusivas, pero sí se disfrutan más en orden para conocer el origen del mundo que crea la autora y para comprender mejor a Bruna Husky, la protagonista. Aunque ya había leído ciencia ficción y me había gustado, creo que no fue hasta que leí la ciencia ficción de Rosa Montero que me decidí a declararme como fan de este género.
61. El niño que fuimos de Alma Delia Murillo (2/5), de los libros que menos me gustaron de mis lecturas del año. Terminé muy decepcionada porque tenía expectativas muy altas después de leer Cuentos de maldad de la misma autora. Una narrativa que sentí muy forzada con diálogos poco naturales y nada creíbles.
62. Ritos funerarios de Hannah Kent (4/5), historia de ficción de la vida de la última mujer condenada a muerte en Islandia. La autora tiene una facilidad para describir casi todo, pues pude sentir que estaba en los lugares de la historia, sentí el frío y la angustia de la tormenta de nieve, los olores desagradables de los personajes y el miedo y coraje de la protagonista.
63. Yo seré la última de Nadia Murad (5/5), disfruto mucho leer historias crueles de ficción, pero cuando son historias crueles de la vida real me invade la indignación y la impotencia, este es el caso de este libro. La autora nos cuenta su historia como víctima del Estado Islámico y su lucha en defensa de los derechos de las mujeres.
64. El país de las mujeres de Gioconda Belli (3/5), otra de mis autoras favoritas, sin embargo, aunque este libro me pareció muy atractivo por el orden social que propone, no comparto las ideologías en las que se basa.
65. Las queremos vivas de Margarita Dager Uscocovich (5/5), una autora independiente que crea una historia de ficción basada en datos estadísticos y situaciones reales de la trata y tráfico de mujeres e infantes. Es muy bueno para llevarte a reflexionar a través de situaciones y estadísticas lo que pasa en el mundo en relación a esta problemática.
66. Todo lo que necesito existe ya en mí de Rupi Kaur (5/5), el segundo libro que leo de la autora y me lleva a la teoría de que cada vez que la leo me gusta más. En específico, este libro me llegó muy profundamente y me permitió reflexionar mucho sobre mi síndrome de la impostora. Número 3 en mi lista de mejores libros del 2021.
67. El huésped de Guadalupe Nettel (3/5), pensé que otro libro de la autora me iba a gustar más o al menos igual que el primero, pero en este caso no sucedió así. Me pareció una historia aburrida en donde la protagonista va narrando sus problemas mentales en relación a la gemela que nunca nació y que absorbió en el vientre de su madre.
68. Cara de liebre de Liliana Blum (4/5), la fuerza en la narrativa de la escritora, una gran cantidad de guiños a sus otros libros y la forma en la que trata la violencia de manera tan explícita, fueron aspectos que disfruté mucho. Esta es la historia de siempre, pero con los roles de género invertidos, es decir, una mujer que violenta a sus parejas sexuales porque se siente con el derecho a obligar a los hombres a que la amen y a matar en nombre de ese supuesto derecho.
69. El lado B de la cultura de Julia Santibáñez (4/5), nuevamente fue un libro al que llegué por un club de lectura y con el cual no tenía muy altas expectativas; de nuevo fue una gran sorpresa para mí, porque lejos de ser solo una compilación de chismes e historias interesantes de los personajes del mundo artístico del siglo XX, también se lee una postura muy clara de la autora respecto a la necesidad de recuperar y visibilizar la valiosa participación de las mujeres en las artes en México.
70. El viento en el rosal y otras historias de lo sobrenatural de Mary E. Wilkins (4/5), las historias en este libro no son historias que den miedo, pero sí me provocaron esa inquietud propia de la curiosidad por saber a qué se debían las situaciones sobrenaturales que se presentaban. Los giros al final de cada historia sí lograron ponerme la piel de gallina en varias ocasiones. Mi favorito: El viento en el rosal.
71. Frankie y la boda de Carson McCullers (5/5), el tercer libro que leí de esta autora que se convirtió en la más leída para mí de este año. Una historia que, aunque retoma ciertas fórmulas de la novela El corazón es un cazador solitario, me sigue sorprendiendo por las angustias existenciales de los personajes.
72. La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik (3/5), este libro podría parecer un libro de ficción ubicado a finales del siglo XV y principios del XVI en Hungría, pues las prácticas de tortura y criminales de la protagonista parecieran sacadas de una película gore, sin embargo, es una historia tan real como sangrienta.
73. Casas vacías de Brenda Navarro (5/5), nuevamente un libro de “maternidad oscura” que me fascinó. Presenta la historia de dos madres del mismo hijo, sus miedos y deseos más profundos y cómo la sociedad los alimenta. Número 8 en mi lista de mejores libros del 2021.
74. Un montón de escritura para nada de Sandra Uribe (5/5), a estas alturas del año pensé que ya tenía mi lista definitiva de libros preferidos, pero el impacto y las reflexiones a las que me llevó este libro respecto a la lectura, la escritura y sus fines, se convirtieron en parte de lo mejor que leí en el año. Es una mezcla entre poesía, crítica literaria, ensayos y notas que vale la pena leer y releer. Número 7 en mi lista de mejores libros del 2021.
75. Diario pinchado de Mercedes Halfon (3/5), la escritura de esta autora me gustó mucho en su ensayo El trabajo de los ojos, sin embargo, en este libro en donde narra su experiencia de viaje a Alemania y cómo termina su relación sentimental con su pareja no me agradó tanto. Escribe de manera muy clara y amena, solo el tema no fue de mi total agrado, tal vez porque nunca he viajado fuera del país y nunca me he sentido extranjera.
76. La maldición de Hill House de Shirley Jackson (3/5), mis expectativas jugaron en mi contra. Yo esperaba una historia de terror que me hiciera no querer continuar con la lectura por el miedo que me provocaría, sin embargo, no fue eso lo que experimenté. Lo que sí disfruté fue esa psicología de los personajes tan bien construida y tan elaborada que me mantuvo interesada y aumentaba el suspenso de ciertas escenas.
77. Distancia de rescate de Samanta Schweblin (5/5), un thriller que me gustó mucho sobre la maternidad y uno de los más grandes miedos: la muerte de tu hija. La historia se presenta como una mezcla de distintos tiempos, lo que la hace confusa y al mismo tiempo sorpresiva al descubrir qué es lo que sucede y a causa de qué sucede. Una trama muy bien armada y un final exquisito.
78. Lengua madre de Maria Teresa Anruetto (3/5), creí que esta historia era autobiográfica de la autora, pero resultó ser ficticia. La protagonista va armando la vida de su madre a través de la correspondencia que recibió a lo largo de su vida y que heredó una vez que su madre falleció. El reencuentro y reconciliación con su madre a través de estas cartas despertó muchos de mis sentimientos respecto a la relación con mi propia madre y me pareció muy interesante, sin embargo, en momentos me parecía aburrida la historia.
79. Una ola con sabor a pez de Núria Riera Carrillo (5/5), ¡qué hermosa historia! No me suelen gustar las historias de amor romántico y aunque en este libro la protagonista vive dos historias de este tipo, el tema que predomina es su relación consigo misma y con una niña que llega a su vida por mera coincidencia. Además, tiene una forma de narrar tan ingeniosa y divertida que disfruté mucho la lectura.
80. La mujer rota de Simone de Beauvoir (5/5), terminé el año releyendo uno de mis libros favoritos y descubriendo que me sigue causando sorpresa y rabia las sensaciones que me provoca, a pesar de que lo he leído en distintas edades y momentos de mi vida.
Empecé esta entrada con una frase de Virginia Woolf porque me pareció idónea para el ejercicio de recapitular las lecturas que hice en el 2021; al final, todos los libros que leí los sentí justo así, como una continuación uno de otro en donde hubo temas recurrentes en mayor o menor medida, pero todos son temas que me interesan y me hacen pensar y reflexionar sobre mi lugar en el mundo y mi forma de ser, pensar y vivir.
Sí, sé que es un texto muy extenso para ser una entrada de blog; más, considerando que es la primera, sin embargo, citando nuevamente a Virginia Woolf "escribir lo que uno escribe, es lo único que importa, y que eso importe por siglos o por horas, es lo de menos", así que, qué más da si escribí mucho o poco cuando disfruté mucho hacerlo porque era lo que yo quería escribir y compartir.