Llevo mucho tiempo sintiéndome estancada, vacía, siento que me rompieron y estoy molesta conmigo misma por permitirlo. Definitivamente siento que estoy sumida en la oscuridad y que me he acostumbrado a ella; quisiera pensar que me he vuelto su amiga, pero la oscuridad no es amiga de nadie, es una mala compañía que te desgasta, que te llena la cabeza de reproches e inseguridades. Un día saldré de esta habitación oscura y solitaria, por lo pronto me aferro a los buenos momentos, a las risas, a los pocos rayos de luz que destellan cuando algo me hace feliz, cuando algo me apasiona o me inspira. Quizás por eso me gusta hacer reír, inspirar a los demás y contagiar felicidad, justamente porque lo echo de menos.
Te marchaste cuando más te amaba,
regresas cuando más me amo.
La semilla es suficientemente débil para romperse y renacer, con la fuerza necesaria para salir de la oscuridad y, entonces, florecer.
Qué cansado es vivir con miedo
qué cansado es vivir sin más
Sin rumbo, sin razón o causa
que justifique este andar.
Y que la única constante en mi vida,
sea el miedo a continuar.
Miedo a intentar y fracasar;
miedo a no intentar y no avanzar.
Miedo a salir y no regresar;
miedo a no salir y ver la vida pasar.
Al menos ya no le temo a la oscuridad,
ahora me aterra la realidad.
El miedo a lo desconocido permanece,
y el miedo a lo conocido, cada día crece.
Le sigo temiendo a la muerte,
pero a la vida, le temo mucho más.
Estoy cansada de vivir con miedo,
estoy cansada de pensar.
Quiero dormir para siempre,
pero también me da miedo no despertar
y perder la oportunidad por siempre,
de vencer el miedo y descansar.
Necesitamos redefinir la maternidad, que nos incluya a nosotras: las mujeres.
Porque la maternidad es sólo nuestra.
Atiende mi amor con tu piel dispuesta,
escucha mis caricias que claman por ti.
Enfermemos a la cama de nuestros cuerpos
y hagamos llorar al cielo al concluir.